miércoles, 21 de julio de 2010

El solidario Messi volvió a mostrar su magia


De las 183.000 personas que viven en Indaiatuba, un municipio del Estado de San Pablo, 11.000 estuvieron ayer en el estadio de la ciudad. Y si no hubo más, fue porque en la cancha del Esporte Primavera, un club de la Segunda División Paulista, no había más espacio. Semejante peregrinación, en el corazón de Brasil, se debió a la presencia de un argentino y éste no podía ser otro que Lionel Messi. El crack de Barcelona acompañó ayer a su amigo Deco en el partido que el portugués organizó a beneficio de su fundación y, como de costumbre, con su sola presencia, revolucionó todo a su alrededor.

El amistoso, además de Deco y Messi, contó con la presencia de muchas estrellas brasileñas. Algunas ya retiradas, como Careca, Rivelino, Biro-Biro, Amoroso y Vampeta. Otras, como Luizao, Roque Júnior, y Sylvinho, aún en actividad. Pero todos aportaron para que la fiesta fuese completa. Sin embargo, pese a la presencia de tantos cracks , la mayoría de flashes se los llevaron dos personas: El Gordo Ronaldo, que estuvo en la cancha pero no jugó porque se está recuperando de una lesión, y, por supuesto, Leo.
El que más aplausos provocó en los torcedores que colmaron el estadio fue O Fenómeno . Messi, por el contrario, fue recibido al grito de “Pentacampeones” y su nombre no fue coreado. Pero, más allá de eso, la numerosa cantidad de camisetas de Argentina y de Barcelona que se vieron en las gradas, delataron la admiración que, aun en las ciudades poco conocidas de Brasil, todos tienen por el jugador argentino. Fue, incluso, el mismo Ronaldo el que le pidió a Leo que se saque una foto con su hijo.
En el campo de juego, más allá de todo lo que Messi despierta afuera, no hubo mucha acción. El encuentro terminó 3 a 3 y la estrella de Barcelona tocó poco la pelota. Como anécdota, quedará que le anularon un gol en offside y que, en la misma jugada, el árbitro Tatá lo amonestó por patear al arco luego del silbato. Sobre ello, y en tono risueño, el juez afirmó: “El siguió luego de que yo pité y por eso tuve que sancionarlo. Creo que quedó con miedo de que lo expulse, y por eso pidió salir”.

“Me asombró y me puso muy contento estar en Brasil y ver tanta gente con la camiseta argentina. Es un placer venir aquí y sentir el calor del público”, declaró Messi, que además se mostró sorprendido por una gambeta elástica de Rivelino. Como si el destino, o algún dios amante del buen fútbol, se hubiesen puesto de acuerdo para hacerlos coincidir en una cancha, antes de irse Leo habló sobre el volante de 64 años, campeón mundial en 1970: “Voy a entrenar, para poder hacer lo que él hizo”.

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